Por Qué el Posicionamiento es la Clave del Éxito

Por Qué el Posicionamiento es la Clave del Éxito - Comparación entre Rolls Royce y BMW

El mundo del marketing y el desarrollo empresarial está saturado de conceptos, técnicas y estrategias que prometen éxito. Sin embargo, una de las componentes más poderosas, y a menudo malinterpretada, es el posicionamiento estratégico. El posicionamiento no es solo una elección de comunicación o un enfoque temporal; es la base sobre la cual se construyen la identidad y la percepción de una marca en el mercado.

Esta guía pretende explorar el verdadero significado del posicionamiento y mostrar, a través de ejemplos prácticos, cómo un posicionamiento eficaz puede marcar la diferencia entre dominar el mercado o apenas sobrevivir. Descubriremos por qué algunas marcas logran posicionarse en la mente de los consumidores como líderes indiscutibles y cómo puedes aplicar estos principios para hacer destacar a tu empresa.

Para comprender el valor real del posicionamiento, veamos un ejemplo icónico: Rolls Royce y BMW. Ambos automóviles comparten el mismo chasis, sin embargo, un Rolls Royce cuesta hasta un 300% más que un BMW. ¿Cómo se justifica esta diferencia?

La respuesta no reside en las características técnicas o el rendimiento del automóvil, sino en la percepción que Rolls Royce ha creado con el tiempo. Un Rolls Royce no es solo un medio de transporte; representa el lujo, la exclusividad y el prestigio. Este posicionamiento ha convertido a Rolls Royce en un símbolo que va más allá del producto, haciéndolo único y deseable. En otras palabras, el valor percibido por el cliente supera con creces el costo real de producción. Esto demuestra cómo el posicionamiento puede elevar a una marca, otorgándole un estatus que trasciende su valor funcional.

La historia del posicionamiento no es nueva; ya en los años 20, la marca de cerveza Schlitz demostró cómo un posicionamiento bien estructurado puede cambiar el rumbo de toda una empresa. Schlitz, un productor de cerveza estadounidense, estaba en declive y luchaba por mantener su cuota de mercado. En ese momento, decidieron contratar a un visionario copywriter, Claude Hopkins, para ayudarles a reposicionar la marca.

Hopkins estudió el proceso de producción de la cerveza Schlitz y descubrió que utilizaban métodos que, aunque comunes en la industria, no se comunicaban al consumidor. Así, Hopkins convirtió detalles técnicos —como las “botellas lavadas con vapor vivo” y los “pozos artesianos de más de 1.200 metros de profundidad”— en “ingredientes mágicos” que respaldaban el eslogan de Schlitz como “la cerveza más pura”. El resultado fue extraordinario: el público comenzó a percibir a Schlitz como una cerveza de calidad superior, llevando a la marca del decimoquinto puesto a líder del mercado.

El ejemplo de Schlitz enseña una lección clave: el posicionamiento no consiste solo en ser diferente, sino en ser percibido como el primero en una categoría específica. Comunicar estratégicamente aspectos que los competidores pasan por alto puede hacer que una marca se convierta en sinónimo de calidad, innovación o pureza, incluso si estas características no son exclusivas del producto.

En el siglo pasado, el petróleo era considerado el recurso más valioso, pero hoy vivimos en una era en la que el recurso más escaso y disputado es la atención. Empresas como Apple, Amazon y Facebook han construido imperios monetizando la capacidad de captar y retener la atención del público. Esta “guerra por la atención” ha transformado todo el panorama comercial, haciendo que la visibilidad y la relevancia sean componentes cruciales para el éxito.

En un contexto de saturación mediática, las personas están constantemente bombardeadas de mensajes. Un posicionamiento estratégico permite sobresalir en este caos, captando la atención y manteniéndola en lo que hace única a la marca. Por ejemplo, si un consumidor dedica cinco minutos a conocer tu producto, son cinco minutos en los que tu empresa está ganando la batalla por la atención, impidiendo que la competencia influya sobre él.

Un posicionamiento ineficaz trae consecuencias directas y a menudo fatales para una marca. Veamos algunos de los efectos más comunes:

1. Competencia en precio: Una marca sin una identidad fuerte corre el riesgo de ser valorada solo en función del precio, lo que inevitablemente lleva a una guerra de descuentos que erosiona los márgenes y compromete la sostenibilidad.

2. Comparaciones constantes: Sin una diferenciación clara, los consumidores comparan fácilmente la marca con alternativas similares, eligiendo a menudo la más económica.

3. Dificultad en la venta: Cada venta requiere más esfuerzo, con ciclos de venta más largos y constantes objeciones de los clientes.

4. Invisibilidad: Sin un mensaje distintivo, la marca corre el riesgo de perderse en el ruido del mercado, permaneciendo como una marca anónima.

5. Lealtad débil: Los clientes, al no encontrar motivos válidos para mantenerse fieles, se dirigen fácilmente a la competencia.

6. Marketing ineficaz: Mensajes genéricos que no resuenan y que hacen que el marketing sea costoso y poco efectivo.

7. Dificultad para atraer talento: Un posicionamiento débil dificulta atraer a profesionales calificados, ya que las personas tienden a preferir empresas con una identidad fuerte.

El posicionamiento es la percepción que los clientes tienen de la marca en relación con otras alternativas en el mercado. Esta percepción se forma muchas veces de manera inconsciente, por lo que si una empresa no define su propia posición, el mercado lo hará por ella.

Como afirma el célebre experto en marketing Michael Porter: “La estrategia consiste en tomar decisiones deliberadas para ser diferentes”. El posicionamiento, de hecho, requiere un análisis cuidadoso y una elección consciente de dónde quiere la marca ubicarse en la mente del consumidor.

1. El Líder: Ser percibido como el mejor en el sector. Por ejemplo, IBM ha sido considerado durante mucho tiempo el “patrimonio” de la tecnología empresarial, convirtiéndose en sinónimo de fiabilidad.

2. Diferenciación en una Categoría: Crear una subcategoría en la que la marca pueda destacar. Por ejemplo, Archipelago en Londres se ha posicionado como el restaurante especializado en carne exótica, diferenciándose de otros restaurantes.

3. Propietario de una Categoría Única: Crear una nueva categoría, como hizo el Icehotel en Suecia con el concepto de “hotel de hielo”.

4. El Especialista: Ser el referente para un nicho específico, ganando confianza y preferencia.

5. Anti-industria: Oponerse a los estándares del sector, como lo hacen marcas “disruptivas” como Mercury en los servicios financieros para startups.

6. Método o Proceso Único: Un posicionamiento basado en un mecanismo exclusivo, como el caso de Schlitz.

7. Patrimonio: Utilizar la historia y la reputación para atraer clientes, como hace Tiffany con su legado de calidad.

Para lograr un posicionamiento efectivo, cada marca debe superar tres pruebas fundamentales:

1. La Prueba de Contraste: Es importante aclarar qué se hace y qué no se hace. La marca debe ser específica y no ambigua.

2. La Prueba de Diferenciación: Una marca debe poder enumerar razones específicas por las cuales es diferente respecto a la competencia. Cada característica distintiva se convierte en un elemento de fortaleza.

3. La Prueba del Contexto de Mercado: Un posicionamiento efectivo debe reflejar una comprensión profunda del mercado, sus tendencias y las percepciones de los consumidores.

En una era de cambio constante, las bases del posicionamiento permanecen estables. Las empresas que eligen invertir en una estrategia de posicionamiento sólida son las que logran destacarse como líderes, incluso en mercados saturados.

Como dice Jeff Bezos: “Es difícil imaginar que dentro de diez años los clientes querrán precios más altos, menos opciones o entregas más lentas”.